mantenimiento de sensores automotrices
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mantenimiento de sensores automotrices
Como te mostramos en nuestro anterior artículo sobre qué son los sensores del motor, están preparados para soportar cambios bruscos de temperatura, humedad, suciedad, productos químicos e incluso campos electromagnéticos, por lo que no alteran la información recogida que se envía a los actuadores a través de la unidad de control o ECU para que realicen las acciones oportunas.
Sin embargo, debido a todos estos factores y al hecho de que son componentes muy precisos y sensibles, están sujetos a fallos que afectan al funcionamiento del motor, especialmente al nivel de potencia, y a veces incluso impiden el arranque del vehículo, como en el caso del fallo del sensor de velocidad o del sensor encargado de medir la presión del combustible.
¿Cómo se puede detectar un fallo en los sensores?
Como los vehículos tienen diferentes tipos de sensores, los fallos pueden variar mucho. Podemos dividirlos en tres bloques para analizarlos:
Mecánicos: Sensores que abren y cierran circuitos, como es el caso del sensor de freno, que puede quedarse atascado en una posición y dejar de decirle a la ECU si está frenando o no en ese momento.
Eléctricos: Son sensores que tienen una resistencia o bobina que pasa una señal a la unidad del motor, pero si la resistencia se funde, ya no puede comunicarse.
Electrónicos: Suelen ser los más eficientes, pero eso también los hace más vulnerables. Son propensos a sufrir fallos en el sistema de alimentación que los alimenta para enviar la señal, que consiste en un cambio de tensión correspondiente a la velocidad del motor.
En cualquier caso, independientemente del tipo de sensor, el sistema electrónico enciende un indicador luminoso de avería en el salpicadero cuando se detecta un fallo en alguno de los componentes.
Lo ideal en este caso es conectar el coche a una máquina de diagnosis que pueda determinar el tipo de avería, pero si no podemos hacerlo en ese momento, la gravedad de la avería se mostrará por otros detalles como un comportamiento inusual del vehículo, pérdida de potencia del motor, cambio en el consumo de combustible o emisiones de olores o humos extraños.
Cuando note señales de que el sensor está tomando lecturas erróneas, es aconsejable sustituirlo antes de que la situación se complique. Sin embargo, entre las averías asociadas a este sistema, las que afectan a la unidad de control son las más costosas, ya que la sustitución de esta unidad supone una inversión económica de al menos 300 euros más la mano de obra. Obtener esta pieza de segunda mano en un desguace puede ser un alivio, ya que supone un importante ahorro económico.
En este ámbito, recomendamos la mecánica preventiva. La comprobación de su estado y de las conexiones con la ECU, así como el diagnóstico completo del sistema a intervalos regulares, nos evitarán graves complicaciones con los sensores del motor.
Esperamos que estos consejos le ayuden a garantizar el buen funcionamiento de los sensores y así prolongar la vida del motor.